De tanto leer historias y ver películas de terror, el pequeño Vladimir se convenció de ser un vampiro volador. En su oscura habitación encerrado, improvisó un disfraz que a todos dejó aterrados… pero aunque mucho lo intente, Vladimir no logra ser un vampiro de verdad, es solo un niño ingenioso y lleno de imaginación, que al final, gracias a la ayuda de Emma y sus demás amigos, se da cuenta que lo más importante es disfrutar de ser niño. Esta es una historia donde la ternura, la imaginación y la diversión son los protagonistas.
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