Un lobo feroz traía un hambre de esas terribles que hacen rugir la pancita. Caminando por el bosque, se topa con un cerdito. Ansioso, se dispone a comérselo, pero justo cuando lo iba a hacer, recuerda a uno de sus antepasados, que la pasó muy mal precisamente por querer comerse a tres cerditos. El lobo feroz sintió miedo y lo dejó ir. Las horas pasaban y su hambre era cada vez mayor. Al seguir su camino, halló a otros personajes y otros recuerdos afloraron en su memoria. ¿Acaso todos los lobos hambrientos han tenido tan mala suerte? ¿Logrará hacer frente a sus temores y saciar su hambre?
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