Midas, rey de Frigia, era un monarca pusilánime y hedonista. Cierto día, tuvo la suerte de hacer algo que agradó mucho a Dioniso, quien para retribuir su favor, le ofreció concederle cualquier cosa que deseara Midas. El tonto rey pidió el don de que todo aquello que él tocase se convirtiera en oro.
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